viernes, 24 de octubre de 2014

Cangrejo

Descubrí detrás de tus labios
nimiedades y sonrisas estancadas.
Están ahí, como alfileres,
con melancolía infinita,
con abyectos pensamientos;
picoteando en tus papilas que salivan deseo.

Encontré en el borde de tu boca
un pájaro muerto hace muchos años.
Que lo olvidaron, se ve.
Que te olvidaste, se ve.

Y en tus dientes una erosión
de antiguos nervios y soledades.
Y en tu lengua la picazón
de un ardor amargo y lacerante.

Tu rostro es la orilla, pálido y transparente
y la luna te humilla y desentumece.
Tu espejo es el aire y la marea
que llena de espuma dulce tu vientre,
es tu destino de madera errante.

La inmensidad puede para vos ser una jaula.
La vereda también puede para vos ser un límite.

Pero en este descubrimiento, fútil y añejo,
sólo es una celda para vos
despertarte radiante con los pies
enredados en sábanas limpias.

Despeinado, sediento.
Despertarte y ver en tu rostro
las arrugas de una noche húmeda
entre las fronteras angulosas
de mis raquíticos dedos.

lunes, 6 de octubre de 2014

La roedora

La noche de gatos helados te vomita.
Empuja tu pequeño cuerpo y lo
abolla de luces y lluvia.
Hay un vacío en tus sienes
que algunas veces derrama
oscuridad acuosa.
Y te olvidás en una esquina
como un juguete que ya no divierte,
como un paquete de pimienta
en el fondo de la alacena.

La noche de gatos helados te vomita.
Las estrellas de una brillantez rabiosa
se escondieron en tu pelo.
Un olor de alcantarilla te sube
por el cuello
y un cosquilleo de ratas hambrientas
te sucumbe las manos.

Llegó la hora de derrumbarse
con movimientos de gelatina,
de jeta a la noche de gatos helados
que vomita pelo y te sacude.