miércoles, 26 de diciembre de 2012

El viaje

El romanticismo de un viaje en tren no se relaciona directamente con las personas. Tiene que ver con la estación del año, con el sol y hasta con la tardecita.
Es sumergirse en una ventana que trasluce verde y de vez en cuando, casitas y estaciones casi abandonadas. Una vez sentado en dirección al oeste, podés cerrar los ojos y soltar una sonrisa de costado. Porque sabés que allá, más adelante, el tren te regalará destellos de tierra y agua.
Yo no lo he visto, pero me han contado que a unas estaciones pasando la de Mercedes, sin quererlo nadie ni la propia ventana inmóvil, los panaderos invaden los vagones y flotan de un lado a otro desparramando polvo y pelusa. Yo no lo he visto y creo que me gustaría quedarme boquiabierta queriendo atrapar uno y saborear la semilla de su centro, como hace muchos años. Pero quedará para otro viaje.
En este paseo hubo parates, hubo cambios de asiento, ponerse cómodo otra vez. Hubo una conversación extensa y de temas libres, de palabras simples y cientos de anécdotas. Al tren no se va a dormir.
Algo especial fue correr al atardecer. Fue como ir detrás de la noche, rozándole los talones, tentándola a que se de vuelta y se frene un ratito.
Y el cielo pasó de celeste a naranja radiante, después a un rosa eléctrico y por último la estrella y la noche. Y con la noche los grillos y los renacuajos.
Arribé. Dejé el tren que siguió su recorrido. Pisé la calle empedrada, la última que queda en la ciudad. Miré hacia el anden y el tren ya no estaba.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Ya pasó

En estos días quiero
estar al pie del sol
y que tu sombra me abrace.
Han pasado muchas horas y
en mi pecho de fuego yace
una cicatriz que
antes no estaba.
Espero que venga de lejos
la frescura de
tu beso a sellarla.
Siento el ardor, lo huelo.
Y a escondidas
me trago las lágrimas.
No tiene sentido
deprimirse a destiempo,
es casi ridículo.
Pero así son mis tiempos,
torpes, incoherentes.
Ciclotímicos, adolescentes.
Y acá estás,
con tu reloj de arena,
enseñándome a
sorber los minutos.
A medir el tiempo por latidos,
a contar el pestañeo.
Y al final del día,
el tiempo no existió.
Con un beso fresco,
tu luz me floreció.



Fallar

Pegaste en el marco del cielo tus alas transparentes. No sabés si vas o venís, sólo gritás. Vestís tus labios de rojo y explotás. Y cuando amanecés, te odiás de olerte el humo y la noche. Los labios ahora blancos y agrietados. La boca seca, la voz de arena. Tus piernas flacas no te responden y anotás en un papel la fecha y alguna idea. "Mañana quiero ser otra, quiero ser yo, la que nunca fui." Mañana buscarás tus alas deshechas e implorarás a la tierra que te devuelva el alma entera. Si con un pestañeo desapareciera el dolor. Dejaste el papel olvidado en la habitación y un cigarro a medio fumar. Dejaste la idea en el papel. ¿Qué vas a pedir cuando llegues allá?


jueves, 6 de diciembre de 2012

Vos

VOS.
VOS de aquel. VOS  de mi.
VOS con todo lo que abarca.
Con todo lo que se puede hacer.
con VOS, conmigo.
VOS y todo lo que te pienso.
VOS  y todo lo que querés.
Con todo lo que te pregunto a VOS.
VOS  con todo el estar y el sentir.
VOS con todo lo feliz.
VOS es la palabra que cierra
las oraciones más lindas.
Yo de VOS. VOS de mí.