viernes, 14 de junio de 2013

Palabras

Nos va a explotar el cuerpo de tanto encontrarnos en las palabras. Decime que mis palabras te custodian en tus momentos de poner un freno y dejarte iluminar el perfil por un velador. Y decime que a medida que pasan los versos te vas inmiscuyendo entre las sábanas hasta taparte la boca con sus bordes y mirás el techo y volvés a leer. Decime que te mordés los labios y te tapás la cara, que querés gritar, que querés gritarme. Decime que mis palabras llegan a algún lugar y no pierden peso en el viaje erosionadas por el aire, sino que llegan y revientan contra tu frente y te dicen 'acá estamos' y te obligan a leerlas.
Decime que en el borde de una cama te acompañan mis palabras.

martes, 4 de junio de 2013

El encuentro I

El encuentro entre dos personas es un principio y, a veces, un fin. O un fin de un principio para que así arranque otro principio que no tendrá fin. O muchos principios y muchos finales, pero son encuentros en el sentido más concreto de la palabra. Premeditados, organizados. Pueden ser muchos o pocos. Pero lo son y lo serán.
Se preguntarán como comienza una secuencia de encuentros. Pues bien, en primer lugar, con dos personas que se atraen. Dos fulanos que de tanto andar las calles y los mundos están agotados de absorber rostros. Pero puede pasar que un día, de toda esa nube homogénea de rostros, aparezca un contraste, un rostro nuevo. Se mira, se observa y, si se quiere, se analiza. Se espera quieto, se lo rodea. Y si un pedazo de noche pide a gritos contemplar ese rostro, comienza el juego. El avanzar.

Un clavel

Un clavel del aire,
egoísta y libre.
Un clavel del aire
que se desprende,
se deja alcanzar
se suelta al viento
de la ráfaga que arrasó
con todo.
El viento le roza los huecos
porque es sólo huesos,
desnuda y abierta.
El aire le rebota en el vientre.
Estalla, choca y se eleva.
Sólo es huesos,
expuesta y herida.
Ya se bebió las ansias
dando un paso adelante.
Y se tragó de a sorbos
el desapego.
Retroceder, siendo sólo
huesos desnudos.