miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cuarto menguante

El hombre te hizo hija de la luna
y de un azul opalino fueron tus noches
de insomnio;
de un gris de polvo fueron tus días
de trabajo bajo ningún sol.

La terquedad de unas nubes mercenarias
es la fase cambiante de los
que no tienen palabras
ni siquiera para nombrar el silencio.

El murmullo de palomas gordas y tornasoladas
es la insistente llamada del olvido bajo
algún puente
que no puede cubrirte de las estrellas
pero sí de las gentes.

Hola, poema

Hola, poema.
¿Qué hacés escondido en mi bolsillo?
Vení, desparramate en mi voz.
Vení, decime alguna verdad.
Aunque más no sea un
artilugio de la nostalgia,
una alucinación de palabras fluctuantes.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Oficina

Estoy escribiendo en la oficina,
entre un termo de agua caliente
y un monitor que muestra mensajes.
Estoy escribiendo debajo de una lista
de supermercado (comida para mi gato).

Escribo mientras escucho a Piazzolla
que prologa héroes y tumbas; mientras
los mocasines apurados de mi jefe
vienen a preguntarme alguna cosa oficinezca
o a manguear un mate.

Escribo de nueveadieciocho,
sobre inmensidades que no caben
en este escritorio gris.

viernes, 24 de octubre de 2014

Cangrejo

Descubrí detrás de tus labios
nimiedades y sonrisas estancadas.
Están ahí, como alfileres,
con melancolía infinita,
con abyectos pensamientos;
picoteando en tus papilas que salivan deseo.

Encontré en el borde de tu boca
un pájaro muerto hace muchos años.
Que lo olvidaron, se ve.
Que te olvidaste, se ve.

Y en tus dientes una erosión
de antiguos nervios y soledades.
Y en tu lengua la picazón
de un ardor amargo y lacerante.

Tu rostro es la orilla, pálido y transparente
y la luna te humilla y desentumece.
Tu espejo es el aire y la marea
que llena de espuma dulce tu vientre,
es tu destino de madera errante.

La inmensidad puede para vos ser una jaula.
La vereda también puede para vos ser un límite.

Pero en este descubrimiento, fútil y añejo,
sólo es una celda para vos
despertarte radiante con los pies
enredados en sábanas limpias.

Despeinado, sediento.
Despertarte y ver en tu rostro
las arrugas de una noche húmeda
entre las fronteras angulosas
de mis raquíticos dedos.

lunes, 6 de octubre de 2014

La roedora

La noche de gatos helados te vomita.
Empuja tu pequeño cuerpo y lo
abolla de luces y lluvia.
Hay un vacío en tus sienes
que algunas veces derrama
oscuridad acuosa.
Y te olvidás en una esquina
como un juguete que ya no divierte,
como un paquete de pimienta
en el fondo de la alacena.

La noche de gatos helados te vomita.
Las estrellas de una brillantez rabiosa
se escondieron en tu pelo.
Un olor de alcantarilla te sube
por el cuello
y un cosquilleo de ratas hambrientas
te sucumbe las manos.

Llegó la hora de derrumbarse
con movimientos de gelatina,
de jeta a la noche de gatos helados
que vomita pelo y te sacude.

martes, 23 de septiembre de 2014

Mohínes de noche

Salí a esta noche de cielo turbio,
y corrí la negrura de sus esquinas,
para alcanzarme en la opacidad 
de tus ojos.

La sombra de tus manos
me dará un puñado de electricidades
para que pueda esconderme
en la transparencia de tus cabellos;

la sombra ineluctable que llegada
la aguja inaugurará la claridad
donde la diafanidad de tu sonrisa
explotará en sonidos.

y me dejará adormecida,
alucinando de una incalculable nitidez. 

martes, 16 de septiembre de 2014

Saturnal

Festín saturnal de carne latente,
donde el remolino es exceso
quiero encontrarte: acurrucada,
orgásmica y penitente.

Mirar desenroscarse el
ovillo de mercurio que son
tu manos contra el azul del suelo.

Y dejarnos envolver,
débiles de adrenalina, acomodando
nuestras formas de extremos urgentes
a los vaivenes de tu delirio.

Que la luna aúlle, que gima.
Que la noche es tuya, y
nosotros, niños del orden,
somos el agua que tiembla, que barre.