jueves, 29 de noviembre de 2012

No quiero sin

No quiero despertar al alba sin tu sombra.
No quiero que decidas las horas.
Odio el cese de los ciclos,
más que al aire que te abraza.
Odio al aire que te abraza,
más que a estas paredes blancas
que me absorben.
No quiero el día sin tus pasos.
No quiero el aire que abraza,
sin tu aire, sin paredes blancas.
No quiero el reflejo sin tus ojos.
No quiero el alba, ni la mañana.





Me hago

Amo. Vuelo. Descubro.
Sueño. Sé. Espero.
Abrazo. Sonrío. Siempre.
Me pellizco los nudillos.
Me muerdo los labios.
Me despeino.
Me arrebato el aire.
Me desplomo.
Me dejo. Me armo.
Me duermo. Me muero.

Euforia

En el ángulo donde estalla mi amor,
te encuentro, y claridad.
Tus manos como remolinos,
tus manos claras, frescas.
Tus manos como el universo,
decretadas a mi coraza.
Tus manos en la euforia de la acción,
tus manos precisas, llanas.
Tus manos de yemas eternas,
sinceras, latentes.
Tus manos de luz y sol,
tus manos y mis llagas.
Tus manos en el resplandor,
tus manos y la mañana.

La casa

En esa casa, donde los pisos crujen, las paredes son discos y los instrumentos cuelgan del techo. Ahí, donde los cuadros son las ventanas, hacia el pasado o hacia otro mundo. En ese orden al extremo del detalle, sumergiste tu cabeza entre tus manos y ahora pasás los días escuchando a la madera. Te dice hola, te dice miedo.
En un tiempo hubo un gato. En un tiempo por una hendija se coló un poco de luz y polvo. En un día de esos te aburriste y dejaste de reír entre las sábanas. La convertiste en pizza, la volviste piedra. Ella no se negó. Descubrió tu miedo, arponero, y no pudo ser más tu aliada. La ahogó tu ego. Escuchó a la madera, que le dijo hola, que le dijo tonta.


jueves, 15 de noviembre de 2012

Todas las noches

En esta noche,
sólo pretendo hundirme
en el suburbio dulce
que rodea tu cuello.
Allí, todo es miel,
todo es sólo mío.
Puedo enarbolar
los placeres de tu aire.
Puedo guardar 
mis suspiros
y tú, cuidarlos.
Puedo ser quien soy
cuando te encuentro mío,
cerca y atento.
Lejos estoy de aburrirme,
te escucho inquieta
hasta el final de la noche.
Y aún así, extraño tu voz
de roble, que huele a tabaco
y que huele al beso.
En esta noche y
en todas las noches,
te quiero conmigo,
te quiero cerca.



Elegir

Nos miramos a los ojos con la amapola
que allá, en la esquina, danza con el viento.
Nos miramos, como extrañas. Pero iguales.
Nos miramos al conocernos y nos sabemos
frágiles, pero ardientes de tierra.
De aquí nos arrancan los haraganes,
los que destruyen las fantasías del cielo.
Ellos que elijen entre miles de pétalos marchitos
y desparraman el olor seco de los tallos viejos.
Y dejan danzar con el viento
los brazos flacos de la amapola,
ella danza en las esquinas.
Allá y ahora.


Seamos

La bocanada de jengibre
se hace carne al escaparse
por la ventana.
Y dejamos que el resto
respire las horas de nuestro encierro,
esclavos y eternos,
del rojo fuego que nos hermana.
Seamos libres todos los días
y durante las noches,
entreguémonos al posesivo amor
que erosiona los labios de fiebre
y derrite las manos.
Seamos día, seamos noche.
Seamos todo y seamos uno.