jueves, 15 de noviembre de 2012

Elegir

Nos miramos a los ojos con la amapola
que allá, en la esquina, danza con el viento.
Nos miramos, como extrañas. Pero iguales.
Nos miramos al conocernos y nos sabemos
frágiles, pero ardientes de tierra.
De aquí nos arrancan los haraganes,
los que destruyen las fantasías del cielo.
Ellos que elijen entre miles de pétalos marchitos
y desparraman el olor seco de los tallos viejos.
Y dejan danzar con el viento
los brazos flacos de la amapola,
ella danza en las esquinas.
Allá y ahora.


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