jueves, 19 de diciembre de 2013

Para verte mejor

Y yo acá, siempre pensándote.
Haciendo burbujas con los dientes.
Quemando al vuelo
a los hijos del silencio.

Porque quiero encontrarte siempre
que doble las esquinas del papel.
Así estás mejor cuando te miro
y no intento desandar tus secretos.

Aunque me siento hervir
y reventar de orquídeas.
Te veo, colgado, abriendo las manos.
Y así estás mejor cuando te sueño.

martes, 17 de diciembre de 2013

El yo y el otro

Miro por encima de tu hombro
el filo de la pared vecina como
un renglón contra el celeste del cielo.

Y dos pájaros se atreven
a ser puntos y puntos y comas
en ese color uniforme.

Vos leés. Pensando en
concentrarte y no levantar la vista
más allá de las páginas.

Porque ahí estoy yo,
luchando contra mis sombras.

martes, 10 de diciembre de 2013

La muerte es blanca

En el fondo, una cabeza
se enciende como un fósforo,
incendia la jaula.

En el hueco del vientre,
una alondra desespera
y desgarra las heridas.

En los pies, los dedos
son brazas ardientes.
En los tobillos, el viento
se hace carne, se humedece.

En las rodillas, los huesos
piden permiso al suelo.
En la garganta, el grito
se hace cielos negros.

Se hacen negros los ojos.
Se hace agua
el hielo de los miedos.

Se hacen fuego las yemas,
se hace llamas el pelo.
Se derrite la jaula.
Se hace blanca la muerte.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Tenés

Tenés ese aliento tan dulce y tenés
esa boca necia pero tan hermosa.
Mis manos no pueden más quieren
alcanzarte, mudas.

Tenés esa miel en los ojos que derrite
las ciudades y los autos y las veredas.

Todo se hace polvo.

Tenés esa voz de cielo, de vientos,
esa voz que rebalsa mis noches.

Tenés el poder de hacerme existir
desde el día que la llave de otra vida
cayó y cerró para siempre las puertas
de los años hartos de ganas.

lunes, 21 de octubre de 2013

Las lágrimas

Las lágrimas, a veces,
son bolsas de basura.
A veces, la muerte.
A veces, la carne.

Las lágrimas, a veces,
son la vida.
A veces, las lágrimas,
son rasguños en el alma.

Las lágrimas, a veces,
son gotas de jugo agrio.
A veces, la ausencia.
A veces, el hambre.

Las lágrimas, a veces,
son jirones de esperanza.
A veces, nostalgia.
A veces, rabia.

Las lágrimas, a veces,
son puños en las sienes.
A veces, en el estómago.
A veces, en el alma.

Las lágrimas, a veces,
no dicen nada.
Remolinos de excesos,
a veces, son las lágrimas.

A veces, frío.
A veces, la lluvia.
A veces, la calma.

Las lágrimas, a veces,
son las palabras,
las que adulan,
las que hieren,
las que aman.

A veces, las lágrimas,
son los besos increíbles.
A veces, las manos,
los dedos en los rincones.

Las lágrimas, a veces,
son el perfume.
Son las pestañas
relampagueando,
resucitando.

A veces, las lágrimas.
A veces, la risa.
A veces, nosotros.

miércoles, 16 de octubre de 2013

y a mí, qué con la esperanza

No creo que sea justo hablar de esperanza. Y más aún, afirmar y dejar caer sobre el hombro del otro la arbitrariedad de que sea el último lastre de la vida que se debe perder.
Al fin y al cabo, la esperanza son esas manos tibias que nos tapan los ojos y nos permite sonreírnos como si pudiésemos creer, al menos por un instante (a otros por más), que no existen injusticias en el mundo.
La esperanza, atractivo artilugio de los sistemas de creencias a lo largo de la historia, se convierte en un mecanismo circular y vicioso, en donde sedientos de respuestas obvias y soluciones instantáneas (como los sobrecitos de sopa) los hombres vamos dándole cuerda a la vida esperando -esperanzados- que en alguna de esas vueltas salga despedida como una flecha condescendiente la llave mágica que nos resuelva nuestros conflictos: amorosos, familiares o económicos.
Pienso que hay que desterrar las esperanza de nuestras vidas. Pienso que por ningún motivo hay que poner la otra mejilla. Pienso que no hay que sucumbir ante la automaticidad del positivismo esperanzado y dejar de llenarnos la frente de chichones por darnos la cabeza contra todas las paredes que nos dijeron que no.
No hablo de rendirse, hablo de buscarle un atajo a la milenaria procesión de aguardar lo que la vida nos tiene preparado y salir a buscarlo frenéticos y ávidos de mundo. Sacarnos las manos tibias conformistas de los ojos y mirar a nuestro alrededor, mirar todo, mirar hasta con los pies y la nuca.
Ver, preguntar, criticar. Remover la tierra, revolear ideas. No quedarse quietitos esperando que la esperanza nos regale un último pedacito de valentía.

jueves, 10 de octubre de 2013

Una tarde

Piedritas de barro.
Gotitas de lluvia.
Balcones sin techo.
Baldosas flojas.
Charquitos de agua.
Diminuto diminutivo.
Paraguas de colores.
Corridas y estancadas
(para besarnos).
El pelo nos chorrea.
El alma nos chorrea.
Las bocas nos chorrean.
Los besos nos chorrean.
Las manos pegajosas.
Zapatillas que chillan.
Se me salen los zapatos.
Y nos apretamos
las ropas mojadas
Mientras, insistimos.
Queremos fumar.
Cruzamos Corrientes.
Zig zag de librerías.
Ya pasaron los malvones.
Ahora, un túnel.
Y el aire a gentes
nos aplasta.
Ya pasó la lluvia.
La salida de los topos.
Y la lluvia que volvió.
Y una vereda (un vino)
hacia un camino de ida
directo a una noche
(fuera del mundo).


viernes, 4 de octubre de 2013

Así

Así estás perfecto,
desplomado en mi cama,
luchando contra la luz.
Así estás perfecto,
con las pecas de tus hombros
saliendo de las sábanas.
Y yo que quiero abrirte
quizá, el pecho,
al menos para tocarte
y besar tu carne.
Pero así estás perfecto,
cuando te muerdo
la eterna sonrisa.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

La ansiedad de los cuerpos

El aroma del beso forma un espiral en el aire a la vez que tus manos dibujan un instante del día, y te atropellás de saliva queriendo contarme rápido porque te estoy mirando con mis ojos en tus ojos simulando atención, y por debajo de las narices mis labios se muerden y mis manos se inquietan.
Asiento con onomatopeyas a tu relato y me acerco. Primero, lo importante, mi mentón haciendo surcos entre tu cuello y tu hombro. La punta de mi nariz que delimita tu oreja. Y te beso la nuca. Te siento los silencios cada vez más extensos entre las palabras y la respiración que se acentúa hasta ocupar más espacio que la voz. Yo detenida en tu sien, imagino que cerraste los ojos y sucumbiste a la idea de que en minutos estarás enredado a mi cintura, como lo estás ahora, mientras recorro con los dedos de mis pies la pendiente hasta tus rodillas.

viernes, 6 de septiembre de 2013

El timbre

Sonó el timbre y salté de la cama. En mi mente pronuncié un elogio, de esos que acostumbrás decirme. Antes de tocar el tubo me miré los pies, estaba en pantuflas -y hacen ruido a goma mojada cuando camino y no debería bajar en pantuflas- casi que me olvido del timbre, como si vos, por alguna razón telepática, supieras que estoy bajando pero no sin antes sacarme las pantuflas y ponerme unas botas acordonadas (con los cordones pésimamente anudados). Y di un paso y volví y otro paso y volví. Dando un paso para hacer algo y recordando que primero tengo que atender el timbre, sino no vas a saber que estoy bajando. Aunque podrías tocar timbre otra vez. Pero por ahí pensás que estoy durmiendo y no que estoy leyendo Rayuela tirada en la cama, y no querés despertarme (vos tan compresivo a pesar de tus horarios flexibles yo tan hora, tan tiempo, tan lunes a viernes; sólo cuando te escucho respirar cerquita puedo pensar que es martes cuando, en realidad, es jueves).
Así que tengo que atender el timbre, che. Qué tanto pensar. Dejalo un rato en paz al pibe. Seguro que está durmiendo allá, en Caballito casi Parque Chacabuco, como él aclara algunas veces. No sé por qué lo aclara porque para mí es como si me hablara en chino o peor, en glíglico. Seguro está tocando la guitarra o acariciando su recién adjudicado tocadiscos.
Pero, pará, hace rato que no me escribe (las redes sociales y su instantaneidad) y puede que en vez de estar durmiendo haya: salido del edificio+caminado dos cuadras por Directorio+justo engancha el 56+camina por La Rioja+122+5to C+RING.
Todavía mirándome las pantuflas (porque no me las cambié, guiñándole el ojo a la posibilidad de que él esté tan terriblemente adorable durmiendo en su cama que tanto aprecia) levanté el tubo. Contesté-pregunté ¿hola?, una chica entre muerta de frío y confundida, ¿Verónica? Equivocado.

jueves, 15 de agosto de 2013

Hoy

Hoy no sé muy bien por qué dejamos de vernos. Recuerdo que algo dolió, no sé bien qué.
Hoy descubro que tenés más recuerdos de nosotros que yo pero que estuviste en todos mis pensamientos.
Hoy allano el dos mil nueve, vos te acordás las fechas -nunca serví de agenda-, y desentierro los encuentros.
Hoy me sorprendo de que los hubo.
Hoy te cuento que una vez te soñé y te hablé dormida.
Hoy te digo sin reparos que de vez en cuando busqué tus labios en un mar de bocas.
Hoy te devuelvo una respuesta y vos me contás tus viajes.
Hoy te dejo amanecer conmigo y, aunque somos desconocidos por erosión del tiempo, no freno tu embestida de besos mientras me encondo en tu cuello.
Hoy quiero que juegues con mi pelo y que tu piel sea la víctima de mis yemas.
Hoy te encontré y decidí volver a encontrarte todos los días.

viernes, 9 de agosto de 2013

La verdad en las pestañas

De golpe desmayó su mentón en mi pecho. Como cuando quiere frenar el tiempo y que, al menos por un minuto, no exista más que sus pestañas desatando huracanes sobre mi nariz. Lo miré sabiendo, esperando esa mirada. Él suspiró. Raro. En milésimas de segundos pensé, raro. Y entonces me encontré de frente con una verdad. Me regaló su verdad, que es mi verdad, y es una verdad de los dos. Me rebalsó el cuerpo de electricidad (no sé a él, después se quedó quieto apretándome contra su pecho), que de tanto dar descargas me quedé dormida y él también.

martes, 30 de julio de 2013

Refugio

Vivimos dando nuestro mejor paseo de horas interminables en una cama que se convirtió en un templo. Nuestro y mágico.
Le dije que mi piel no concibe los días sin la rabia de sus manos y se estremeció como un papel devorado por el fuego. Se quedó acurrucado en el ángulo entre mi hombro y mi cuello, y nos quemamos toda la noche hasta que nos sorprendió la mañana.

sábado, 27 de julio de 2013

Querés saber

Cuando te inunda el desgano y tus pies se vuelven plomadas gigantes, tu propio lenguaje te ayuda a salvarte. Un encerrarte de mente en blanco con millones de burbujas llenas de ideas a punto de explotar y desatar el alboroto. Los reflejos de impulsos que provoca tu abdomen te hacen cosquillas.
Pero tus piernas están tiesas, encaprichadas. Tu coraza se vuelve hierro, grueso y frío. Y te encontrás sola en un mundo lleno de personas. Te sorprendés mirando el cielo, dejando pasar el tiempo. Queriendo estar sentada en un balcón imaginario viendo las vidas correr tan indiferentes.
La intriga que te despiertan los rostros ajenos te hace delirar historias de círculos familiares, ninguno como el tuyo, no hay nadie como vos. Pero querés saber más, querés preguntar. Te da impotencia que a nadie le interese, que nadie quiera adivinar. Nadie adivina en este lugar. Todos dan un paso delante de otro, así avanzan. No saltan de una baldoza a otra, no revolotean. No le preguntan a un extraño cuál es su color favorito.

jueves, 18 de julio de 2013

Devolver los lastres

he devuelto mis sombras al pasado
y me las han traído
como arrojando troncos al fuego
que grita y flamea
que quiere avanzar, derretir,
beberse los edificios y los árboles.
he olvidado mi carne
que me fue devorada.
cerré los relojes de días tan grises
tan sedientos.
y todo se me carga sobre los párpados
y en cada oreja me gritan los dedos.
He intentado devolver mis sombras.
He intentado devolverme.
Mi espíritu no se regala, no se devuelve.
Mi espíritu se seca.
Mi espíritu se muere.



miércoles, 17 de julio de 2013

Un mundo aparte

Vos vas en paralelo a todos mis antojos. Sos un mundo aparte. Otra dimensión. Vos vas a través del tiempo, irreversible. Sos ese conjunto hermoso de retrospectivas que quiero volver a ver siempre.

viernes, 5 de julio de 2013

Ver

Qué ordinario se volvió el instante cuando las energías se frenaban y te encontraba en los rincones de mi mente.

Ese instante de éxtasis que me regalaban los recuerdos, sin más que una postal de un Buenos Aires a nuestro antojo.

Cuando las noches se volvían elásticas huidas y nos reíamos de los relojes.

Así, cuando adorabas la luz de una ventana sobre la piel y nada más que eso nos enternecía las manos.

Me rebalsaban los huesos de tus ganas. Me temblaban las manos. Me reía nerviosa de tus embestidas.

Y alguna vez, todos nos volvemos ordinarios, impulsivos, como el instante que fue placer y ahora es sólo un momento.

Desparramamos sentimientos, los gritamos en la cara, los regalamos, los ofrecemos. Porque así somos a veces, altruistas.

Y al final, todo se desploma por su propio peso. El disfraz, el sombrero, las caretas.

Y aunque el tiempo no existe y lo nuestro es energía, existió una llama encarnecida que renació para morir en mi cuerpo.

viernes, 14 de junio de 2013

Palabras

Nos va a explotar el cuerpo de tanto encontrarnos en las palabras. Decime que mis palabras te custodian en tus momentos de poner un freno y dejarte iluminar el perfil por un velador. Y decime que a medida que pasan los versos te vas inmiscuyendo entre las sábanas hasta taparte la boca con sus bordes y mirás el techo y volvés a leer. Decime que te mordés los labios y te tapás la cara, que querés gritar, que querés gritarme. Decime que mis palabras llegan a algún lugar y no pierden peso en el viaje erosionadas por el aire, sino que llegan y revientan contra tu frente y te dicen 'acá estamos' y te obligan a leerlas.
Decime que en el borde de una cama te acompañan mis palabras.

martes, 4 de junio de 2013

El encuentro I

El encuentro entre dos personas es un principio y, a veces, un fin. O un fin de un principio para que así arranque otro principio que no tendrá fin. O muchos principios y muchos finales, pero son encuentros en el sentido más concreto de la palabra. Premeditados, organizados. Pueden ser muchos o pocos. Pero lo son y lo serán.
Se preguntarán como comienza una secuencia de encuentros. Pues bien, en primer lugar, con dos personas que se atraen. Dos fulanos que de tanto andar las calles y los mundos están agotados de absorber rostros. Pero puede pasar que un día, de toda esa nube homogénea de rostros, aparezca un contraste, un rostro nuevo. Se mira, se observa y, si se quiere, se analiza. Se espera quieto, se lo rodea. Y si un pedazo de noche pide a gritos contemplar ese rostro, comienza el juego. El avanzar.

Un clavel

Un clavel del aire,
egoísta y libre.
Un clavel del aire
que se desprende,
se deja alcanzar
se suelta al viento
de la ráfaga que arrasó
con todo.
El viento le roza los huecos
porque es sólo huesos,
desnuda y abierta.
El aire le rebota en el vientre.
Estalla, choca y se eleva.
Sólo es huesos,
expuesta y herida.
Ya se bebió las ansias
dando un paso adelante.
Y se tragó de a sorbos
el desapego.
Retroceder, siendo sólo
huesos desnudos.

martes, 28 de mayo de 2013

Eso

Me tengo que salvar. Tengo que hacer algo con todo eso. Que se caiga el cielo si es necesario. Que las placas tectónicas vuelvan a chocar, a confrontar. Que todo estalle, qué importa. Las cosas tienen un sólo sentido y avanzan con la fuerza de la atracción, con la energía. Quizás vuelvan a pasar meses, o quizás años para que los planetas vuelvan a alinearse. Quizás nunca más vuelva a pasar. 
¿Esperar? ¿Para qué? Tanto me jacto del hoy y no puedo ni siquiera arrimar una idea. No es miedo. No son dudas. Es el después y no el hoy.

Volcar

Hay que volcar, una vez al menos. Dejar patas para arriba todo lo que estaba en orden. Revolear las palabras y que oiga quien quiera oírlas. Volcar sin pensar en el día siguiente, ya habrá tiempo para agarrarse la cabeza. Ahora, lo dicho ya se soltó y está libre por el aire. Puro y directo. Las verdades. Oraciones a las que no le corresponden réplicas, sólo hay que darles vida, volcarlas sobre la boca estupefacta del otro. Y que el otro se haga cargo, si quiere. Y sino, que mañana sea jueves y pasado sea viernes y el año que viene sea 2014. Pero volcar, hay que volcar.

viernes, 24 de mayo de 2013

Puente

Nos vimos en bruto, con nuestras banalidades y descaros. Salimos de nuestros planos individuales, una vez más, para romper con la furia del tiempo. Lo nuestro es energía, un puente infinito.

jueves, 21 de marzo de 2013

Ciclotimia

Yo me conozco, así, entera y ciclotímica. Yo me entiendo y me analizo. Soy exigente cuando de gestos se trata. Soy meticulosa de las formas de decir. Soy manipuladora, soy cruel. Soy todo lo que nadie puede saber que soy.
Me gusta juntar detalles, los colecciono. No compito por ver quién tiene el mayor orgullo, siempre termino dando vueltas las cosas. Es una habilidad, un secreto. Odio estar de mal humor, por eso me odio algunas veces. 
Me angustian los días nublados, ese gris austero. Por eso miro de reojo al invierno con sus descarados días cortos. Es como si la vida terminara a las 6 de la tarde y las personas desaparecieran del planeta.
Necesito de necesidad humana. Necesito amor, dulzura, dedicación. Necesito ser quien soy las horas que dura el día y la noche. Que me despierten con un beso y pueda sonreír con una mueca desde la almohada. Que mi cuerpo sea un templo, un refugio.
Necesito cuidar para cuidarme de mí, de la soledad.

lunes, 18 de marzo de 2013

Dame

dame tus tardecitas en burbujas, en hojas amarillas si querés
dame tus tardecitas que vuelan
me gusta verte reír, sin orgullo
con los cachetes inflados, de aire o de humo
te tentás
me gusta verte, reír y silbar
viste que espeso es el aire entre silencios
por eso te grito, por eso te canto
es que no paro de reíme de nosotros y nuestro coraje
es que no paro de pensar





Dúo

Entonces, todo se reduce al mínimo detalle
Que nos hace vibrar los talones,
La panza tiembla y sólo querés que esa boca
Baile en tu nuca, hasta chocar con mi boca.

Reparando primero en el beso chiquito que se da
En la comisura de los labios
A través de un leve mordisco que deja elevar el placer, 
El sentir, el dejar.

Y que todo el cuerpo quiere ser labios para sentirlo.
Hasta que nos convertimos en boca, simplemente eso. 
Y somos uno, respirando despacio, mientras ese beso 
Se convierte en una eternidad inmejorable.






lunes, 4 de febrero de 2013

Decir

Detengo el tiempo en tus ojos
y te miro y no.
Socavo las líneas de tus manos
y las dejo decirme la verdad.
Verdad vibrante y soslaya
que sólo se dice de un parpadeo
por miedo a que el reloj
avance muy rápido.
Se dice con voz bajita, celosa
y todas las letras.
Con énfasis en la sílaba del silencio.
Se dice cerquita o al oído
pero jamás se profana en la liviandad.
Es una verdad hermosa, simple.
De una sola cara.
Te amo se dice.




miércoles, 16 de enero de 2013

Aniquilar

Merezco el infierno
por haberme pronunciado
y hacerte vibrar los talones.
Las imágenes que solían ser
buenas o malas compañías,
se tornaron lejanas y sordas;
merecen el infierno conmigo.
Todo merece el privilegio del fuego.
Aniquilarse.
Todo lo que se aferra a la memoria
es un pedacito de miedo,
un conjunto de quizás.
Pero hay que quemarlo y fundirlo.
Aniquilarlo.