viernes, 9 de agosto de 2013

La verdad en las pestañas

De golpe desmayó su mentón en mi pecho. Como cuando quiere frenar el tiempo y que, al menos por un minuto, no exista más que sus pestañas desatando huracanes sobre mi nariz. Lo miré sabiendo, esperando esa mirada. Él suspiró. Raro. En milésimas de segundos pensé, raro. Y entonces me encontré de frente con una verdad. Me regaló su verdad, que es mi verdad, y es una verdad de los dos. Me rebalsó el cuerpo de electricidad (no sé a él, después se quedó quieto apretándome contra su pecho), que de tanto dar descargas me quedé dormida y él también.

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