La sombra
me toca el hombro,
me vuelve a la baldosa
de la que nunca tendría
que haber salido.
Me susurra el más
puro néctar de
sentirme hirviendo
de ilusiones.
Porque me cree ingenua,
me rebalsa de burbujas
el alma
y vuelvo cabizbaja a
la baldosa agrietada.
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