neblina de tu pelo
y arranco con desesperación
mis besos de tus labios.
Me guardo las sobras
de la fiebre,
porque debo curarme las manos
ya que el encuentro se extiende
y se confunde en lo llano.
Y en lo llano me enojo
por miedo,
y en el miedo me aburro
y desgarro.
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